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21 Sep

DIARIO DE OTRA REALIDAD - Ayúdame por favor - Parte 6

Publicado por Sergito  - Etiquetas:  #Historia: "Diario de otra realidad"

Ayúdame por favor

Parte 6

 

Durante toda la tarde estuve escribiendo. Cada cinco páginas hacia un descanso para fumarme un cigarrillo. Estaba inspirado, pero no gracias al tabaco.

Sergito, así decidí llamar a mi otro yo, no se movió en ningún momento. Tan solo para ladear la cabeza cuando me veía fumando un cigarrillo. Ya me hice la idea que tendría que convivir durante todo el mes con su presencia. La verdad no me importaba. Me agradaba la idea de tener compañía. ¿Aunque para qué? Si era más aburrido que tener una serpiente de mascota.

                El pensar en la compañía me hizo recordar la barbacoa de anoche. Todavía no consigo recordar hasta qué momento fue real. Sólo una vez más me pasó algo parecido. Tendría diecinueve o veinte años. En la típica juerga con el botellón en la calle. Ya ni recuerdo que pasó, solamente lo que me contó una amiga que tuvo que ir controlándome para que no hiciera ninguna clase de locura.

Llamaron a la puerta.

¿Qué hago? Desde la entrada se ve completamente el salón, y en cuanto vean a Sergito… en el mejor de los casos pueden pensar que tengo un hermano gemelo. Pero en cuanto descubran que no se mueve… No quiero ni pensarlo. Da igual.

                Abrí la puerta. Se me congelaron los huesos.

-          Hola Sergio. – Saludó Judith.

-          Hola, ¿qué te trae por aquí? – Pregunté para disimular.

-          Quería hablarte de lo de anoche.

Sabía que su visita se debía por algún motivo de lo que pudo pasar anoche. No sabía si era para bien o para mal. Pero lo último que deseaba era haber generado algún problema.

-          ¿Podría pasar? No es preciso que lo escuche nadie. Aprendí desde pequeña que las paredes tienen oídos.

-          Judith, me encantaría, pero el problema es que ahora mismo tengo visita… Resulta que…  ha venido a verme mi hermano. Estábamos hablando en el salón.

Judith miró al interior con curiosidad pero de manera muy discreta.

-          ¿Estás seguro? No pretendo ser indiscreta, pero no veo a nadie.

-           Segurísimo. Mira, está ahí sentado en el sofá – Aclaré señalándolo.

Judith volvió a mirar, esta vez con más empeño por verlo. Pero su expresión se tornó seria. Me miró con cara decepcionada.

-          Sergio no me tomes el pelo por favor. si no quieres hablar, dímelo. Pero no me pongas excusas tan ridículas.

Me quedé mirándola, en silencio. Pensando como loco que estaba pasando. Yo lo veía, pero ella no. ¿Qué sucedía? ¿Realmente existe a mis ojos? ¿Acaso resulta que ahora puedo ver fantasmas? Cómo voy a ser un fantasma si aún estoy vivo…  No entiendo nada. Decidí hacer borrón y cuenta nueva.

-          Lo siento Judith, no es lo que parece. Todavía estoy algo mareado. Adelante, pasa.

Judith entró, con la cabeza cabizbaja. Parecía preocupada. Se detuvo justo al lado de la barra americana que separaba la cocina del salón. Cerré la puerta muy despacio, para poder pensar mientras qué hacer.

-          ¿Quieres tomar algo? ¿Un refresco? – Dije para hacer tiempo mientras me dirigía directo al frigorífico.

-          Si, gracias. Lo que tengas.

Saqué dos latas de Coca Cola, cogí dos vasos del armario y les puse hielo. Los serví en la barra americana. Hice ademan para que se sentara en uno de los taburetes de la barra.

-          ¿Te importa si nos ponemos en el sofá? – Suplicó con timidez.

Mierda.

Cogí los refrescos y puse uno a cada esquina de la mesita de cristal rectangular del salón. Con la intención de que por inercia tomara asiento en cualquier plaza menos en la de en medio, donde se encontraba Sergito, sonriente como todo el día. La tele estaba apagada. Ya me preguntaba si es que era así de feliz o se estaba riendo de mí.

Judith tomó asiento en el lado derecho junto a la barra americana. Yo en el izquierdo, junto a la ventana. Y el mudo en el centro. El silencio cobró protagonismo por unos segundos. Solo se escuchaba el ruido de las burbujas cayendo en el interior de los vasos.

-          Sergio. ¿Dónde estuvisteis anoche? – Preguntó preocupada.

-          ¿No te acuerdas? – Respondí para obtener explicaciones de lo que pasó anoche.

-          Yo me fui a la cama después de la barbacoa. Mi marido se quedó hablando contigo y me dijo que luego saldría contigo por alguna discoteca.

-          Así es – Afirmé sin tener ni idea. - ¿Por qué lo preguntas?

-          No ha regresado en toda la noche. Me quedé sola en la cama. No he podido pegar ojo.

No me aclaraba nada. Es imposible, en el caso de que hubiese sido así, entonces eso significaría que a quien besé fue a su marido en la discoteca. ¡Es completamente ridículo! ¡Ni en la peor borrachera, jamás he confundido a una mujer con un hombre! Sergito seguía con su sonrisa. Parecía que la esbozaba más aún, a punto de partirse de risa.

-          ¿Le has preguntado a los vecinos?

-          Todos se acostaron después de irme yo a la cama. No saben nada.

-          Judith, sinceramente, yo no recuerdo haberme ido después con tu marido  de discotecas.

-          ¿Tanto bebiste? ¿No eres capaz ni de acordarte de eso? – Recriminó.

-          Judith, de verdad. Lo siento mucho pero no sé dónde puede estar tu marido.

Judith se derrumbó. Bebió un trago del refresco. Se le notaba cansada y desesperada. Tenía que pensar algo para animarla. Eso sería imposible. Pero por lo menos escaparme yo de la culpa. Porque era la verdad. ¿Y si no lo fuera? ¡Qué sucedió anoche! Pagaría lo que fuese porque alguien me lo dijera. Y más ahora que otra persona estaba implicada indirectamente en lo mismo.

-          Tal vez sí fuese cierto que estuviese conmigo durante parte de la noche. Pero seguramente él tomó otro camino en lugar de recogerse. Yo no me conozco Murcia, es imposible que yo me hubiese ido muy lejos porque si no en el estado en el que iba habría sido imposible que llegase a casa. Me habría perdido por ahí y no habría despertado en mi cama.

-          ¿Me invitas a un cigarrillo? Por favor. – Preguntó sin apartar la vista del vaso.

 Cogí la caja de condones, la vio y su cara se transformó en la de pocos amigos. Lo entendía. Pero al sacar un par de cigarrillos, su expresión se tornó pasmada.

-          ¿Por qué llevas los cigarrillos en una caja de preservativos?

-          Algún día te lo diré. No creo que sea este el mejor momento.

Le ofrecí fuego para ayudarla a encendérselo. Miré a Sergito. No hizo nada. Me encendí mi cigarrillo. No hizo excepción. “Eres un cabrón, ¿me vas a estar mirando de esa manera en una conversación como ésta?”.

Acordé con Judith que iba a hacer todo lo que estuviese en mis manos por localizar a su marido. No podía dejarla así. No podía dejar que unos ojos tan dulces como la miel fuesen devorados por las moscas. Le dije que si no aparecía en unos días, que la acompañaría a la comisaría a denunciar la desaparición. En el fondo de mí, algo me decía que esto no iba a acabar bien. Esperaba equivocarme.

“Anastasio, por primera vez no me hace gracia pronunciar tu nombre. ¿Dónde cojones te has metido?”



ojos mosca

Favor harás y te arrepentirás


Comentar este post
N
<br /> me alucina la trama, donde estara Anastasio?<br />
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G
<br /> Es increible que esto lo relate alguien que no sea un escritor profesional, saca un libro.<br />
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V
<br /> Genial! Como los anteriores :) voy a seguir leyendo, me encanta!<br /> <br /> <br />
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S
<br /> <br /> Me alegro de ke te guste ^^ un besiko :P<br /> <br /> <br /> <br />

Acerca del blog

Entrar en mi Blog, es como encontrar cada noche y en el mismo rincón de un callejón sin salida, un baúl lleno de historias y pensamientos de un desconocido. Si lo abres con frecuencia, llegarás a conocerlo a través de sus palabras.